En medio de las calles entrelazadas de la antigua Medina, un lugar emblemático se erige como una prueba más, de la convivencia entre judíos y musulmanes en el Reino de Marruecos. Se trata de la antigua Sinagoga del barrio judío de Taourirt, un antiguo lugar de culto que se ha convertido en un museo de la cultura judeo-amazigh, ofreciendo una inmersión total en la vida del pasado.
Construida hace más de 400 años, la antigua sinagoga está situada en el centro del Mellah. Es reconocible por los símbolos hebreos que la rodean. La pequeña puerta que conduce a su interior da la impresión de que es estrecha. Al entrar, descubrirá un espacio grandioso, por su tamaño y sobre todo por los tesoros y secretos que contiene.
El edificio se extiende en varios niveles y consta de una sala de estudio y varias habitaciones. Transformadas en espacios de exposición tras el desuso del lugar de culto, cada una de ellas relata una parte de la vida cotidiana de una familia judía amazigh. La antigua sinagoga se ha conservado maravillosamente gracias al gran esfuerzo de la familia que la cuida, y que la hace accesible a todos los que deseen explorar este símbolo cultural y religioso lleno de testimonios históricos.
Un viaje cultural al pasado
La antigua Sinagoga es un tesoro cultural e histórico, lleno de auténticos objetos de culto y de la vida cotidiana judía, conservados en su entorno original. Más que un museo, el lugar promete un verdadero viaje en el tiempo para descubrir la sublime historia común entre las poblaciones judía y amazigh que convivieron durante siglos en la región.
La visita está dirigida por Ayoub, hijo de la familia que ha conservado la Sinagoga durante generaciones. Amigable y apasionado, el joven le guiará para que descubra las maravillas del lugar, y le contará con maestría historias increíbles, ilustradas por las exposiciones y las exclusivas colecciones de fotos antiguas.
El viaje termina con un buen té en la terraza del edificio, que ofrece una vista impresionante de la Kasbah.
La entrada y la visita son gratuitas, pero se recomienda encarecidamente hacer un donativo para apoyar la causa y el trabajo que se realiza para preservar el patrimonio judío en la región.
Según algunas fuentes, la presencia judía en Marruecos se remonta al siglo II A.C. Varias familias judías se instalaron en el norte de África, mezclándose con la población local con un espíritu de gran convivencia y tolerancia. La comunidad judía se fortaleció siglos después durante el éxodo de musulmanes y judíos de la Península Ibérica, huyendo de la persecución tras la Reconquista entre 1391 y 1492, y tras la revuelta de los moriscos de Granada en 1568 y su expulsión definitiva en 1609.
A principios del siglo XX, Marruecos contaba con unos 204.000 marroquíes de confesión judía. Ouarzazate comprendía siete mellahs incluidos en los ksours y kasbahs de la región y cuyos habitantes se dedicaban principalmente al comercio y la artesanía.